Información general

San Plácido se construye en 1623 por deseo de Jerónimo de Villanueva, protonotario de Aragón, considerado el tercer hombre más poderoso de España. Villanueva quería complacer a su antigua novia, Teresa del Valle y de la Cerda, que deseaba ser monja y que fue de hecho la abadesa del nuevo cenobio. Poco tiempo después de su fundación, en 1628, comenzaron a producirse extrañas situaciones protagonizadas por el confesor, Francisco García Calderón, y un total de 26 monjas, a las que el clérigo quería convertir a la secta de los alumbrados. A raíz de los escándalos, toda la comunidad fue a parar a la cárcel de Toledo. A estos sucesos reales, hay que añadir una leyenda: el rey Felipe IV se prendó de una novicia, Sor Margarita de La Cruz e inició un asedio para conquistarla. Para librarse del incómodo galán fingieron la muerte de Sor Margarita, y el monarca, arrepentido, regaló al convento el cuadro del Cristo de Velázquez. El monasterio fue víctima de un incendio a comienzos del siglo XX y hubo de ser reconstruido. Pero la joya de San Plácido, que se conserva perfectamente, y que es muy poco conocida, es su iglesia. Fray Lorenzo de San Nicolás, arquitecto y tratadista, figura clave del barroco madrileño, la construyó en 1641 con unos elementos constructivos bastante corrientes: ladrillo, madera y yeso, Fray Lorenzo crea un armonioso marco para la valiosa imaginería, que es la verdadera protagonista.

Deslumbrantes son los cuatro retablos, especialmente el del altar mayor, obra de los hermanos Pedro y José de la Torre. De nuestro gran escultor Manuel Pereira son los santos benedictinos y bernardos. De Gregorio Fernández es el Cristo Yacente, uno de los más contenidos y delicados que hizo el maestro de los imagineros. El rey Felipe IV consideraba a Fernández el mejor de los tallistas: “Es el escultor de mayor primor que hay en mis reinos”.

El retablo mayor enmarca un soberbio lienzo de El misterio de la Encarnación de siete metros de altura, obra maestra de un Claudio Coello joven, en su mejor momento de inspiración. De Coello son también los lienzos de los retablos laterales: San Benito y Santa Escolástica en el lado izquierdo, y la Visión de Santa Gertrudis, en el derecho.

Claudio Coello fue alumno del pintor madrileño Francisco Ricci, quien tenía encargada la decoración del templo, pero fue capaz de reconocer la valía superior de su discípulo y le cedió los cuadros principales.

Ricci, ayudado por Juan Cabezalero, pintó al fresco la cúpula y las bóvedas. En las pechinas representó a las santas abadesas benedictinas.

El gran cuadro ausente de esta iglesia, aunque hay una copia, es el famoso Cristo de Velázquez, regalo de un arrepentido Felipe IV, que hoy se halla en el Museo del Prado.

Información sobre accesibilidad

La iglesia, que es el único espacio del convento abierto para fieles y visitas, no es accesible para personas con movilidad reducida (PMR) y que necesiten el uso de silla de ruedas, porque hay varios escalones para superar la puerta de entrada, y luego hay otros tres escalones de descenso para llegar a la entrada de la Iglesia.

El acceso por la puerta del convento en la calle San Roque, también tiene un peldaño para acceder a la plataforma de entrada dónde está la puerta del convento, donde hay un timbre y unas Ventanillas pequeñas donde a modo de torno suelen utilizar para comunicarse con las visitas. La entrada al Convento tampoco es accesible para las personas con problemas de movilidad física y que usan silla de rueda. No se conoce que hayan tomado alguna medida para facilitar el culto o las visitas para personas con problemas visuales y/o auditivos

Acceso en transporte público

Metro con ascensor: Callao L3 y L5, Gran Vía L1 y L5, Tribunal L1 y L10.

Metro sin ascensor: Noviciado L2.

Autobuses: 1, 2, 3, 202, 44, 46, 74, 75, 133, 146, 147, 148, M2

Aparcamiento: Plaza Santa María Soledad Torres Acosta (Ascensor hasta la planta -1).