Desde que nos dejó siento la necesidad de hablar de él, de saber más sobre él, y no me pasa solo a mí.
Me gustaría compartir esto que he escrito porque quiero insistir en la tarea de compartir su trabajo: la web de la Guía de Accesibilidad, el proyecto que nos unió durante estos dos últimos años.
Me llamo Gema y formo parte de la asociación Esto es Pez, dedicada a… qué se yo… mil cosas, todas maravillosas, a la que estoy muy agradecida porque aquí empezó todo.
Alberto es lo mejor que me ha pasado en estos dos últimos años. ¡Os he conocido gracias a él!
Ha sido poco tiempo pero enseguida ocupó un lugar tan grande en mi corazón que parece mentira que hubiera estado vacío antes… Ahora sé, gracias a él, que ese espacio es accesible y cabe una silla de ruedas sin problema.
Me cuentan tantas cosas de él… Estos dos años han sido los peores de su enfermedad y aún así puedo decir que no he conocido a alguien TAN divertido, valiente, vividor, libre y seguro de sí mismo como Alberto. Él decía que en realidad era muy tímido…
Me dio tiempo a conocer su faceta de perfeccionista empedernido y de gamberrete. Como dice Fermín, pasaba de un mundo al otro con una facilidad que a veces desconcertaba, de pura inteligencia convivían en él estas dos características tan opuestas aparentemente.
Y como dice nuestra amiga María José, verle llegar era ver el presente aparecer por la puerta.
La exigencia debe empezar por uno mismo, esto es bien sabido por todos, y yo aprendí a valorar SU exigencia a través de su resultado. Vicente me lo decía a pie de portal de su casa, el día que nos dejó. Solo así se consiguen cosas, amigos y casi ningún enemigo. Esto nos ha pasado a muchos de nosotros. Con Alberto aprendimos todos a poner en valor SU exigencia por los admirables resultados de su trabajo.
Paseo por Madrid sintiendo mías las calles. Me hice con ellas porque me impliqué en su proyecto. Veo baches, rampas y oportunidades de mejora en todas partes. Ahora me importan más que nunca.
No se lo dije, pero una vez lloré de una extraña alegría porque desde que le conozco estoy en diez nuevos grupos de WhatsApp…
Alguna vez colgué el teléfono poniéndole verde, eso también… Una de cal y dos de arena… Alberto, lo de los pollos no te lo perdono… Me solía decir: «para lo tonta que eres esto lo has hecho bastante bien» jajajaja. Me llamaba Gema Barrio sabiendo que no me gustaba nada…
El fin de semana antes de que nos dejara, Jesús y yo lo dedicamos a poner en pie la web del Festival de Malasaña a Escena. Me di prisa porque quería sorprenderle, me doy cuenta ahora que necesitaba su aprobación. No es fácil encontrar verdad en las opiniones, y no es fácil importar a alguien lo necesario como para desabrigarte con tu verdad. Alberto me hizo sentir así, como que yo importaba.
Ese domingo por la noche estuve tentada de enseñarle la web pero le faltaban cosas, datos, detalles, fotos… Y no lo hice, porque no estaba como a él le hubiera gustado. Habría sacado mil faltas. Ahora me arrepiento. He perdido la ocasión de su escrupuloso análisis y él ha perdido su oportunidad de verla construirse. La exigencia también tiene un precio. Da miedo y dolores de cabeza.
Y es que solo él podía analizar un trabajo con la profundidad que a veces subyace en las razones que unen a las personas. Nuestra relación era una web, una red, un lazo corto pero muy bonito, seguramente rojo.
¡Y qué me dices Alberto del día en que te conocí!
Fue la bomba. Eran las Fiestas de San Antonio 2021 y alumnos de la Escuela Superior de Canto salían a los balcones cantando zarzuela. Dos señores ponían vallas en las calles intentando desviar el tráfico hacia Cruz Verde, moviéndose mucho, de aquí para allá, organizando. Me gustaron. Eran Fermín y Vicente. A ellos también les conocí así, como voy a contar ahora:
Escribí un mensaje a un contacto que aparecía en un cartel pegado a un árbol anunciando la programación de las fiestas. Lo organizaba Esto es Pez.
Me contestó un tal Fermín citándome a los tres días en la terraza de la pizzería La Muca de la plaza Carlos Cambronero, en plena calle Pez.
A la cita llegaron Fermín, Vicente, Mariángeles. Pensé… si estos tres pueden organizar fiestas, yo también. Me contaron cosas muy interesantes sobre el barrio.
Inciso: esa plaza es de una pendiente importante, si dejas caer un bolígrafo, sale rodando.
En esto veo subir la cuesta a un señor en silla de ruedas sonriendo, casi cantando, parecía que iba a arrancar a hacerlo en cualquier momento. Ese era Alberto. Y aquí pensé… No sé si estaré a la altura (a él le hubiera encantado este chiste).
Nos sentamos alrededor de una mesa con sombrilla. Era el 16 de junio de 2021. Alberto lo eclipsó todo, yo ya solo tenía ojos y oídos para él, aquí creo que me enamoré. Reíamos y él cantaba (no era solo una amenaza, ¡cantaba!). De repente, empiezan a caer unos granizos del tamaño de pelotas de tenis. ¡Joe, pero si no canto tan mal! decía…¡y más risas!
Nos juntamos todos más, debajo de la sombrilla. Seguimos hablando, riendo y cantando. De repente, para el granizo y empieza a llover, ¡un diluvio!… Un río de agua cuesta abajo. ¡Alberto, deja de cantar por Dios! le decíamos jajaja.
Dejó de parecer una broma por la silla de ruedas. ¡Teníamos que meternos dentro de La Muca! y ¡oh suerte de ley de accesibilidad que no se cumple! (yo todavía no era tan consciente de este problema), ¡no hay rampa de acceso a tan popular pizzería!..
Entre los que pudieron, levantaron los 50kilos de silla con Alberto dentro, que menos mal que él era un pajarín. Allí nos refugiamos, comimos algo y Alberto dio la correspondiente chapa al encargado y le hizo prometer que pondría una rampa de acceso pronto.
A partir de aquí me lió para su web de accesibilidad a la que tanto debo porque me puso en las puertas de aprender algo nuevo. Yo no sabía hacer webs y aprendí. Jesús se involucró también desde el primer minuto porque los dos entendimos esta necesidad de defender espacios accesibles para todos.
Alberto, te estoy muy agradecida. Te echo tanto de menos… Siento el peso de la responsabilidad por continuar comprometida con este proyecto, pero miro a Fermín y a Vicente, a Maribel, a John, al resto, y a tus amigos estupendos que he conocido en estos días, a Pipi, a Virginia tu hermana, a tu hija Ana… Sé que con vosotros esta tarea será posible.
Gema
Aquí os dejo una composición de fotos recopilada por Juan Pizarelli, otro de nuestros buenos amigos.
Fotos que nos dejó Alberto, por Juan Pizarelli