Del 14 de febrero al 18 de junio de 2023
Con motivo del centenario del nacimiento del pintor británico Lucian Freud (1922-2011), el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y la National Gallery de Londres presentan una exposición retrospectiva que reúne más de medio centenar de obras.
Freud, uno de los pintores figurativos más excepcionales de la modernidad, nació en Berlín, y en 1933, al llegar el nazismo al poder, emigró junto a su familia a Londres. En su juventud, el ambiente familiar le proporcionó una considerable y variada cultura: su padre era un arquitecto de renombre, su madre estudió historia del arte y su abuelo fue Sigmund Freud, el célebre creador del psicoanálisis. En su edad madura, el artista llegó a convertirse en una leyenda, debido a su trepidante vida personal, que se desarrolló tanto en ambientes aristocráticos como en los bajos fondos.
Desde un principio, Freud tomó partido por el arte figurativo centrándose en la representación de los seres humanos. El autorretrato, el retrato y el desnudo constituyeron el eje principal de su producción artística. Tradicionalmente su obra se ha vinculado a la denominada Escuela de Londres, que más que una escuela era un grupo de pintores figurativos afincados en la capital británica, como Francis Bacon, Frank Auerbach, Leon Kossoff o Michael Andrews.
Se intuye en Freud una cierta aspiración a medirse con la gran tradición de la pintura. En su obra se pueden rastrear toda una serie de alusiones a los grandes maestros, desde Holbein, Cranach, Durero, Hals, Rembrandt o Tiziano, hasta Watteau, Courbet, Rodin o Cézanne. Su pintura fue una búsqueda permanente de la verdad, lo que le llevó a trabajar siempre del natural, delante del motivo, con un lenguaje plástico que compagina insolencia e independencia, traspasando en ocasiones los límites del decoro.
La muestra se divide en varias secciones que, de forma más o menos cronológica, repasan la evolución y la temática de siete décadas de la producción del pintor: Llegar a ser Freud, dedicada a sus primeras obras, con una decidida voluntad figurativa; Primeros retratos, en los que se manifiesta ya su deseo de capturar la esencia de sus modelos; Intimidad, que muestra su predilección por retratar a personas de su entorno; Poder, donde se incluyen retratos de personajes destacados que el artista acepta realizar siempre que acaten sus condiciones de trabajo; El estudio, su espacio de creación convertido en escenario de sus composiciones, y La carne, con los últimos retratos desnudos de una fisicidad tan poco complaciente que pueden resultar impúdicos.