Es importante dar a conocer que la principal fábrica de Chocolate que había en Madrid estuvo en Malasaña, promovida por Matías López López, que si la unimos a otra de las fábricas de chocolate y tienda que había en el barrio que se llamaba “El Indio” situada en la calle Luna, esquina con la calle San Roque, nos encontramos que en este barrio había dos de las más importantes chocolaterías de Madrid.
Tal ha sido la importancia que tenía la tienda del “Indio”, que cuando se cerró, todo el mobiliario se ha depositado en el Museo del Traje de la Cuidad Universitaria.
La fábrica de Chocolate en la Calle Palma 8, actual número 10, era propiedad de Matías López López, nacido en el municipio Lucense de Sarriá en 1825. A los 15 años viene a Madrid y se coloca en un molino de Chocolate, donde durante nueve años trabaja y estudia, llegando a ahorrar más de 6.000 reales, que le permite comprar un pequeño molino de Chocolate y crea su primera empresa en la calle Jacometrezo. Seis años después, en 1861, adquiere el edificio de Palma Alta, 32, que tenía un sótano, planta baja y dos plantas más. En esta local, la fabricación del chocolate se seguía elaborando de forma artesanal, hecho a mano.
Cinco años más tarde en 1896, adquiere otra edificación en la calle Palma 10, en el sitio donde se encontraba la Cerería Real, mandada construir por Carlo III. En esta nueva ubicación será donde instalará su domicilio personal y la fábrica de Chocolate, que contaba ya con una máquina de vapor. El nuevo edificio que llega hasta la calle Velarde, 5, dedica su parte trasera para vivienda de los trabajadores y almacén.
En 1875, este local le resulta pequeño para la producción que se necesitaba, que iba en aumento, y decide trasladar la fábrica a El Escorial, donde permanecerá hasta los años 60 del siglo XX.
Se contaba que, para darse a conocer, solía mandar a familiares y amigos a que recorrieran las tiendas pidiendo el chocolate de su marca. Posteriormente el mismo Matías pasaba por esos mismos comercios ofreciendo el chocolate, que por casualidad era el producto que la gente había solicitado comprar. Podríamos decir que fue un precursor de lo que hoy se llama “marketing oral”.
Su capacidad mercantil por muy elemental que parezca tuvo su fruto. Es más, también tuvo ojo comercial cuando contrata, para dar publicidad a sus productos, al dibujante Ortega Vereda, que fue famoso por unas caricaturas que hizo de la Reina Isabel II, que le costó pasar un tiempo en la cárcel.
El edifico, que fue fábrica de chocolate y antigua cerería Real es de finales del siglo XIX, de características arquitectónicas neoclásicas. Costa de 3 plantas: bajo, principal y segunda planta. Y una terraza que se ha reformado para la utilización como espacio de ocio, exposiciones y celebraciones varias, En la parte baja, está la entrada principal y en la parte derecha, hay una puerta con acceso al garaje. Los ventanales de la planta baja están cubiertos de cerrajería de forja. La planta noble, que da a la fachada tiene siete balcones, uno de mayor tamaño en el centro, La fachada tiene un color blanquecino que llama la atención, en piedra caliza, con columnas planas, marcando el espacio central del edificio.
En 1889, Matías López, acude a Paris a la Exposición Universal para presentar sus productos de chocolates y dulces, consiguiendo una notable repercusión y felicitaciones entre ellas la del propio autor De la Torre Eiffel, referente hasta hoy de la Exposición Universal de ese año. El éxito como industrial estaba garantizado, tenía una facturación anual que superaban los ocho millones de pesetas, contaba entre empleados directos e indirectos con 500 personas.
En tiempos atrás, este emprendedor empresario, se había planteado entrar en política, pero no es hasta 1868, cuando da el paso, presentándose para concejal al Ayuntamiento de Madrid, saliendo elegido.
Es un año de Revolución en el que se expulsa del Reino a Isabel II que se va exiliada a Francia. Cuatro años después en 1872, consigue el acta de Diputado en la Cámara Baja, gracias a los votos de los vecinos de su pueblo natal, Sarriá, consigue 7.170 votos de un censo de 9.373 personas.
Matías López, de carácter progresista se incorpora al ala más izquierdoso del Partido Radical de Manuel Ruiz Zorrilla. En las elecciones de febrero de 1876, vuelve de nuevo a la Cámara Baja, como Parlamentario, una Cámara encargada de redactar la Constitución de 1876.
Poco después, deja el partido Radical y se pasa al Partido Monárquico, a raíz de establecer una relación de amistad con Alfonso XIII, debido a su prestigio empresarial y a sus dotes personales, terminará siendo nombrado Senador Vitalicio por Designación Real.
En su última etapa, Matías, ya había conseguido todo lo que deseaba en el campo económico y en el político. Con el traslado de su fábrica al Escorial, su negocio iba “viento en popa y a toda vela “.
Pero el destino también juega malas pasadas y a Matías los dos últimos años de su vida le fueron duros y difíciles: En 1890 su hijo mayor, Pablo, fallece a causa de una enfermedad, él era la personas en que su padre había puesto todo su empeño y que, junto con su otro hermano, serían los continuadores de su proyecto empresarial, en mejores condiciones de las que había tenido él.
Un año después, en 1891, su Hijo Matías, a quien había puesto con 26 años al frente de la fábrica de El Escorial, cuando estaba revisando el manómetro del contador de gas, explota y su segundo hijo con 28 años también muere. Son dos golpes mortales para un padre trabajador a quien le sonreía la vida, pero que se encuentra sin horizonte, 20 días después de la muerte de su hijo Matías, modifica una parte de testamento, con el fin de legar todos sus bienes a su Esposa M. Carmen López Andrés y a su tercera hija Carmen, quien presidiría el consejo de Administración de la Empresa Sociedad Anónima Viuda e hijos de Matías López. No pasan varios meses del mismo año 1891, cuando Matías López López, de 66 años fallece. En agradecimiento a Matías López por el trabajo realizado en la industria y en la política, el Rey Alfonso XIII, le concede el título de “Primer”.
Matías, pensaba que su hija Carmen tenía carácter y conocimiento suficientes para encargarse de todos los negocios, pero los condicionamientos sociales de la época no la dieron ocasión de presidir el consejo de Administración de la Sociedad como era su deseo, sino que fue su marido Eugenio Fernández del Pozo, quien se convirtió en presidente del Consejo de Administración de la Sociedad Anónima “Viuda e hijos de Matías López”. La Empresa siguió funcionando en el Escorial hasta los años 60 del siglo XX.
En los años posteriores y hasta la actualidad el edificio de Pozas ha tenido diferentes usos: Una escuela de Panaderos entre los años 60 y 70, más tarde en las primeras década de los 2000, una empresa de publicidad y marketing Online, también fue utilizado como un espacio de ocio y hostelería donde se realizaban ferias y exposiciones como CasaDercor, Feria de Decoración que ocupo todo el edificio. Actualmente es un edificio de oficinas que gestiona una empresa privada para sus usos profesionales.
La entrada es accesible tanto al vestíbulo como a la recepción que se accede desde la puerta principal y desde la puerta lateral izquierda, para subir a las plantas superiores y a la terraza se accede por ascensor que también posibilita el paso en silla de ruedas.
Metro con ascensor: Tribunal L1 y L10, Bilbao L1 y L4.
Metro sin ascensor: Chueca L5.
Cercanías: Sol
Autobuses: 3, 21, 178, 179.
Aparcamiento: Barceló